Los estudios comparativos de diversos aspectos del desarrollo humano indican que, durante la evolución, éste se ha ralentizado. Desde múltiples áreas de conocimiento y en momentos separados, varios autores han relacionado esta característica con algunas nociones que la hacen paralela a la plasticidad conductual. Aquí, reflexiono sobre la plasticidad conductual y su lugar en la evolución cognitiva. A lo largo del trabajo, mantengo una perspectiva comparativa que enfatiza el papel crucial que la selección de conductas juveniles ha jugado en la conformación de la conducta cognitiva en varias especies animales. A partir de su anclaje en la evolución correlativa positiva entre la conducta cognitiva y los modos de desarrollo, esta perspectiva conduce a un argumento en favor de reemplazar el concepto de plasticidad conductual por el de diferenciación cognitiva. Detrás del concepto de plasticidad conductual (es decir, la capacidad de un genotipo para producir conductas diferentes en respuesta a diversas condiciones ambientales), hay un vínculo entre la finalidad del fenotipo conductual y la conformación evolutiva del genotipo que lo sustenta; asimismo, detrás de este concepto, está la idea de que existen distintas pero finitas posibilidades fenotípicas, cada una de ellas en función de una interacción evolutiva previa entre genotipo y ambiente. En contraste conceptual, el propósito de un fenotipo conductual desarrollado a partir de un proceso de diferenciación cognitiva es evolutivamente independiente de la interacción ambiental previa (es decir, no tiene ningún propósito preexistente).